La soledad en la persona mayor: Una epidemia en ciernes

La soledad y el aislamiento social están fuertemente asociadas con resultados de salud negativos en las personas mayores, siendo considerado el riesgo de sufrirlas equivalente al del consumo de cigarrillo, sin embargo, no se les otorga la misma importancia que a este fenómeno.
De acuerdo con diferentes grupos de investigadores, cerca de la mitad de los ancianos experimentan dichos problemas, que en muchos casos no son detectados a tiempo, llegando a comprometer el estado de salud físico y mental, la independencia y la capacidad funcional, e incluso la vida de estas personas.

Una publicación reciente de la Sociedad Geriátrica Americana acerca del tema, plantea la importancia de tener en cuenta la soledad y el aislamiento social como factores de riesgo de ansiedad, tendencia a la depresión, deterioro mental, ideas o intentos suicidas y enfermedades cardiacas y vasculares.

Entre los elementos que aumentan la probabilidad de problemas de salud asociados a dichas condiciones se incluyen edad avanzada, ausencia o pérdida del cónyuge y/o los familiares cercanos, bajo nivel educativo y cultural, dificultades económicas, carencia de redes de apoyo social y familiar y existencia de enfermedades crónicas o condiciones discapacitantes.

Hasta donde sea posible, es ideal mantener a las personas mayores integradas a su núcleo familiar y social, procurando mejorar sus habilidades y oportunidades de interacción con grupos sociales, como servicios de voluntariado, comunidades religiosas o colectivos de aprendizaje, deporte o cultura.