Las dietas y la salud

“Empezar la dieta”, “dejar el azúcar”, “quitar las grasas”, “hacer ejercicio” o simplemente “bajar algunos kilos”, son algunos de los propósitos que nos planteamos al inicio de cada año, como una especie de “ritual” para acallar la conciencia frente a los excesos que suelen darse en las festividades de diciembre y enero.

Sin embargo, en buena parte de los casos, estas loables promesas no pasan de ser buenas intenciones, que naufragan después de un tiempo, más corto o más largo, dependiendo de la proximidad del siguiente evento familiar, laboral o social, en el que se presente la oportunidad de “probar” un bocado, tomar “un solo trago” o hacer una excepción por ser una “fecha especial”.

En ese contexto, medios de comunicación, influenciadores de las redes sociales, coaches y personas del común, transmiten por diferentes vías “historias y testimonios” que confirman la eficacia de diferentes planes de dieta, como “la mejor opción” para conseguir los objetivos plasmados en la lista de propósitos.

Sin embargo, la mayor parte de estas prácticas tienen tantos detractores como defensores, especialmente si se tiene en cuenta que suelen ser cambios temporales en la rutina alimentaria de las personas y que en buena parte de los casos, no respetan el funcionamiento normal del organismo, por lo que solamente producen efectos pasajeros, que en ocasiones se asocian a daños en el organismo.

Hay que recordar que la adopción de un régimen dietario es parte del tratamiento de enfermedades como la obesidad, la diabetes, el aumento del colesterol y otras condiciones relacionadas, por lo que debe ser prescrito por un profesional de la nutrición, con un enfoque individual, previa valoración del estado de salud y de la condición actual del organismo.