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Nuevos medicamentos para el tratamiento de la epilepsia en los niños

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Hoy en día, la medicina dispone de una amplia gama de diversos fármacos para el manejo de la epilepsia en los pacientes pediátricos. Los avances han sido tales, que nueve nuevos medicamentos fueron aprobados en tan solo la última década.
A pesar de lo anterior, y a pesar de que dichos fármacos han contribuido ampliamente al control de la enfermedad y a mejorar la calidad de vida de los pacientes, aún no se ha llegado a la cura de la epilepsia, la cual permanece desconocida.

De igual manera, y teniendo en cuenta que lo nuevo no siempre es lo mejor, los médicos continúan utilizando los medicamentos tradicionales y combinándolos con los nuevos, procurando siempre identificar la mejor combinación de tratamientos para cada uno de sus pacientes.

A lo largo de la historia, la FDA de los Estados Unidos (Food and Drug Administration o, en español, Agencia de Alimentos y Medicamentos) ha aprobado un total de 20 fármacos para el tratamiento de la epilepsia en los pacientes pediátricos.

Los médicos pueden recurrir a cualquiera de ellos teniendo en cuenta cuál o cuáles son los más adecuados dependiendo del tipo de epilepsia, las enfermedades concomitantes (comorbilidades) y preferencias del paciente, entre otras. La dosis siempre suele ser aquella que logre frenar las convulsiones con la menor cantidad de efectos adversos.

Los profesionales de la salud deben tener particular precaución con los medicamentos nuevos pues el número de estudios y la evidencia científica al respecto puede ser limitada, especialmente aquellos estudios sobre su uso en niños cuyos organismos son más jóvenes y pequeños.

La mayoría de niños con epilepsia reciben fármacos conocidos como anti-epilépticos cuyo objetivo es impedir las convulsiones para que puedan llevar su vida lo más normalmente posible. La mayoría de los pacientes se controlan con solo un medicamento pero otros pueden requerir dos e incluso tres de ellos.

Los pacientes que no se controlan con combinaciones de fármacos pueden requerir medidas más complejas como dietas especiales difíciles de seguir, un implante de estimulador del nervio vago o una cirugía para remover la parte del cerebro afectada.  

Los medicamentos que pertenecen al grupo de los nuevos anti-convulsivantes incluyen: la fosfenitoína, la gabapentina, la lamotrigina, el levetiracetam, el topiramato, la vigabatrina, la zonisamida, la pregabalina y la lacosamida.

Puesto que ningún fármaco es perfecto, hay posibilidad de presentar efectos secundarios de los cuales los más comunes son aturdimiento, visión doble, mareo, náuseas, inestabilidad de los pies y sarpullido. Efectos adversos menos frecuentes incluyen depresión, irritabilidad e hiperactividad.

La mayoría de veces los medicamentos anti-convulsivantes funcionan, es decir cumplen con su propósito de frenar las convulsiones. Cuando este no es el caso, tanto el médico como el niño y sus allegados deben tener paciencia pues pueden tardar incluso semanas en ejercer su efecto.

También puede suceder que cuando se inicia el tratamiento con un nuevo fármaco el paciente presente una convulsión días después; esto no necesariamente quiere decir que no esté funcionando sino que la dosis puede no ser la adecuada. Por lo anterior, no hay que abandonar los nuevos medicamentos demasiado pronto sino, contrariamente, darles tiempo de que hagan efecto, detengan las convulsiones y le permitan al niño llevar una vida como la de cualquiera de sus compañeros.

Véase también:

Fuentes

  1. Snead OC, Donner EJ. A new generation of anticonvulsants for the treatment of epilepsy in children. Paediatr Child Health 2007;12(9):741-744.

Por: Redacción Salud. Editores Académicos SAS. Febrero 2 de 2015.