Hiperplasia prostática

La hiperplasia prostática benigna es una condición clínica crónica y progresiva que comienza a presentarse a partir de los 50 años, de modo que puede detectarse, mediante el examen médico (tacto rectal) en 50% de los hombres mayores de 60 años y hasta en 90% de los mayores de 85. Obedece a que con el paso de los años los tejidos que forman la próstata comienzan a aumentar de tamaño, pero apenas cerca de la mitad de los hombres afectados (47% a 50%) desarrollan síntomas que justifiquen el tratamiento.

Las principales manifestaciones de la hiperplasia prostática se conocen, en conjunto, como síntomas urinarios bajos y comprenden:

• Disminución de la fuerza y el calibre del chorro de orina.
• Demora para iniciar la micción.
• Necesidad de hacer fuerza para orinar.
• Goteo de orina al terminar de orinar.
• Sensación de vaciado incompleto de la vejiga después de orinar.
• Aumento de la frecuencia de las micciones durante el día.
• Necesidad de orinar varias veces en la noche (incluso más que en el día).
• Disminución del volumen de orina en cada micción. 
• Ardor al orinar.
• Urgencia para orinar.
• Incontinencia de urgencia (incapacidad de retener la orina al sentir la necesidad de orinar).

Depende de la presencia de síntomas y la severidad de los mismos. En los hombres asintomáticos o con síntomas leves, no es necesario ningún tipo de tratamiento y solo se requiere de controles médicos periódicos. 

Cuando los síntomas son significativos y afectan de manera negativa la calidad de vida, los objetivos del tratamiento son:

• Aliviar los síntomas, frenar el crecimiento progresivo de la próstata, reducir las complicaciones a largo plazo y evitar la necesidad de cirugía.
• Para el tratamiento pueden emplearse dos tipos principales de medicamentos: los denominados antagonistas o bloqueadores adrenérgicos (como tamsulosina) y los inhibidores de andrógenos, también llamados inhibidores de 5-alfa reductasa. Estos medicamentos pueden emplearse solos o en combinación, según la magnitud de los síntomas y el criterio del médico.
• Finalmente, la cirugía solo es necesaria cuando la hiperplasia prostática ocasiona complicaciones como: retención urinaria persistente (que no responde al tratamiento con medicamentos), infecciones urinarias repetitivas, cálculos en la vejiga o daño del riñón (insuficiencia renal).

Consulte con el médico

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