Revisión sobre colesterol alto en niños y adolescentes
Uno de los factores que debe generar mayor atención por parte de los padres es un hallazgo de niveles altos de colesterol en sangre (superior a 170 mg/dL) en niños y adolescentes ya que el aumento de estas cifras esta directamente relacionado con una mayor predisposición a desarrollar enfermedades cardiacas y apoplejías (derrames).
El seguimiento a esta alteración se debe realizar con la colaboración de médicos ya que no es fácil establecer una relación entre la salud del niño y su nivel de acumulación de grasas.
El trabajo coordinado con un grupo de especialistas que incluya un médico pediatra, un nutricionista y un deportologo ayudará al niño a establecer medidas que permitan realizar cambios en el estilo de vida encaminados a controlar los niveles de colesterol alto, reduciendo así las probabilidades de desarrollar enfermedades más adelante.
El colesterol es una sustancia cerosa, de tipo grasosa, que existe naturalmente en todas las partes del organismo y es necesario para su funcionamiento, pero su exceso en la sangre ayuda a la formación de placas que pueden estrechar las arterias e incluso obstruirlas.
Para circular por el cuerpo el colesterol se debe combinar con proteínas que lo transforman en lipoproteínas, lo cual le permite desplazarse por el torrente sanguíneo hasta las partes del cuerpo donde se necesita.
Esta lipoproteínas están clasificadas en:
- Lipoproteínas de baja densidad (LDL): conocidas como "colesterol malo", que son las principales transportadoras del colesterol y cuando son abundantes se pueden acumular en las paredes de las arterias que llegan al corazón y el cerebro, haciendo que estas se vuelvan más rígidas (arteriosclerosis), se estrechen o se obstruyan; aumentando el riesgo -si se forma un coagulo de sangre- de producir un ataque de corazón o una apoplejía o “infarto cerebral”.
- Lipoproteínas de alta densidad (HDL): conocidas como el “colesterol bueno” debido a que arrastran el colesterol presenta en las arterias, hasta el hígado, donde se procesa y se elimina del cuerpo; así mismo la concentración de HDL en la sangre ayuda a proteger el sistema circulatorio y a eliminar el colesterol de las placas ya formadas.
La alteración en los valores de colesterol en niños y adolescentes usualmente esta relacionada las dislipidemias o hiperlipidemias que son un grupo de trastornos que se caracterizan por una producción excesiva o disminuida de estas lipoproteínas séricas.
Estas dislipidemias pueden ser de origen genético o hereditario, en cuyo caso se denominan primarias, o asociadas a diferentes enfermedades, en cuyo son denominadas secundarias.
Para realizar un diagnóstico temprano es imprescindible conocer los antecedentes familiares, los hábitos alimentarios, el registro de peso, talla e índice de masa corporal y la medición de colesterol, triglicéridos y perfil de lipoproteínas séricas en niños y adolescentes con historia familiar de hipercolesterolemia o hipertrigliceridemia, o con factores de riesgo para ateroesclerosis, como la obesidad.
Expertos en el tema hablan actualmente de algunos factores de riesgo que no se tenían en cuenta como la nutrición intrauterina, el peso al nacer y una nutrición excesiva y alta en proteínas en etapas tempranas de la vida, estos son definitivamente factores de riesgo para el desarrollo de obesidad, hiperlipidemia y otras enfermedades crónicas. De echo se ha empezado a utilizar el término de "programación temprana", que se refiere a la existencia de eventos o estímulos tempranos, durante un período crítico del desarrollo, que pueden tener influencia a largo plazo o en toda la vida. Esta programación tiene efectos en el metabolismo de los lípidos, la presión arterial, la obesidad, la diabetes, la ateroesclerosis, la conducta y la longevidad, y es por ello que la nutrición en etapas iniciales de la vida puede tener consecuencias a largo plazo.
Los Doctores Godfrey y Barker elaboraron la hipótesis de "orígenes fetales de enfermedades", que propone que alteraciones en la nutrición fetal y el estado endocrino resultan en cambios permanentes de estructura, fisiología y metabolismo, y predisponen a enfermedades metabólicas y endocrinas en la vida adulta.
El registro periódico del índice de masa corporal en niños y adolescentes debe ser rutinario en la práctica pediátrica. La Organización Mundial de la Salud publicó en abril de 2006 un documento con los nuevos estándares de crecimiento de niños basados en talla/altura, peso y edad, y en el que están disponibles gráficas de índice de masa corporal desde la etapa del recién nacido, con énfasis en la importancia de que estos nuevos patrones ayudarán a vigilar y controlar el creciente fenómeno mundial de desnutrición y sobrealimentación, conocido también como la doble carga de la malnutrición.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) las dolencias cardiovasculares son las más mortíferas, cobrando más de 17 millones de vidas cada año en todo el planeta, como lo demuestra el estudio más amplio realizado hasta ahora sobre una muestra representativa de 147 millones de personas.
Esta situación resulta paradójica e injustificable puesto que "Los medicamentos que reducen el colesterol están ampliamente disponibles, son muy eficaces y pueden contribuir de forma crucial a reducir la morbilidad cardiovascular en todo el mundo", asegura uno de los autores del estudio, el Dr. Gregory A. Roth, del Institute for Health Metrics and Evaluation de los Estados Unidos de América.
La OMS advierte que la mayoría de quienes padecen hipercolesterolemia (colesterol elevado en la sangre) no están recibiendo el tratamiento que necesitan para reducir el riesgo de problemas cardiovasculares; como ataques apopléticos e infartos de miocardio, como es el caso de Japón, donde “un 53% de los adultos afectados habían sido diagnosticados pero no seguían ningún tratamiento.”
Una forma de ayudar a prevenir las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares, especialmente en niños y adolescentes, es mediante "La introducción de pequeños cambios en el modo de vida, como practicar una actividad física de forma regular y tomar alimentos sanos", asegura la Dra. Shanthi Mendis, coordinadora de la Unidad de Prevención y Tratamiento de las Enfermedades Crónicas de la OMS.
El colesterol del organismo proviene en gran parte de nuestro hígado (que produce aproximadamente 1.000 miligramos al día) y se utiliza para formar las membranas y algunas hormonas, el resto proviene de los alimentos de origen animal que ingerimos como la carne, los mariscos, la yema de huevo y los productos lácteos, incluyendo, el queso y los helados.
Los padres de familia deben estar especialmente atentos a sus hijos a partir de los dos años cuando registren sobrepeso, antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular antes de los 55 años en los hombres y/o antes de los 65 años en las mujeres o cuando tienen factores de riesgo adicionales, como diabetes, hipertensión arterial o consumo de tabaco en el caso de los adolescentes.
En los niños se recomienda disminuir el colesterol mediante el ejercicio y el consumo de más frutas y verduras. La medicación solo se debe considerar en niños mayores de 8 años con colesterol LDL igual o superior a 190 mg/dL o cuando los cambios en la dieta y el nivel de actividad física no hayan dado resultado.
Así mismo la American Heart Association (AHA) aconseja consumir leche y productos lácteos descremados y semidescremados, controlar las bebidas y alimentos con azúcares añadidos, evitar las grasas sólidas y preferir aceites vegetales para cocinar y la margarina blanda para la mesa.
El riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas y apoplejía no es solo para los niños, por eso el estilo de vida saludable beneficia a toda la familia y debe incluir mucho ejercicio, puesto que ayuda a aumentar la concentración de “colesterol bueno” en la sangre.
Las principales medidas de prevención primaria de enfermedad cardiovascular ateroesclerótica que se inician en la infancia están relacionadas con una dieta sana, en la que se busca mantener un peso, perfil de lípidos y presión arterial adecuados, evitar el tabaquismo, realizar actividad física diaria de 60 min, reducir el tiempo de sedentarismo, y en población con antecedentes de riesgo positivos, realizar tamizaje de índice de masa corporal, circunferencia de cintura, determinación de colesterol y lipoproteínas, glucosa e insulina séricos, y control de peso y diabetes.
Independientemente de cuál sea la condición particular de cada persona, la American Heart Association (AHA) recomienda limitar el consumo de colesterol a menos de 300 mg diarios, las grasas saturadas a menos del 7%, de las calorías ingeridas y las grasas Trans (se encuentran normalmente en snacks, aperitivos salados, en productos precocinados, galletas y margarinas) a menos del 1% de las calorías ingeridas diariamente.
Véase también:
Fuentes
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