La retina es la parte del ojo, sensible a la luz, que envía mensajes al cerebro sobre lo que está viendo. Una retina sana es indispensable para una buena visión. En casos en los que enfermedades como la hipertensión y la diabetes no están controladas, la presión arterial elevada y las altas concentraciones de azúcar, respectivamente, dañan los vasos sanguíneos de la retina, la cual se hincha produciendo visión borrosa y otras dificultades. Si no se trata a tiempo, el ojo forma nuevos vasos que son frágiles y sangran con facilidad. Este sangrado puede culminar en pérdida rápida y total de la visión por desprendimiento de la retina. Las personas en riesgo de desarrollar retinopatía son: hipertensos, diabéticos, pacientes con colesterol aumentado, obesos y fumadores.