El manejo de la neuralgia se basa en medicamentos y terapia. No existe un tratamiento que funcione en todos los pacientes y, en algunos casos, puede ser necesario combinar medicamentos para controlar el dolor. Los más utilizados son los que se emplean para tratar otras enfermedades. Se ha evidenciado que dosis bajas de fármacos para la depresión son bastante efectivas, al igual que los medicamentos para prevenir convulsiones (ejemplos: amitriptilina, imipramina, duloxetina, gabapentina, pregabalina y carbamazepina). Los analgésicos como acetaminofén, ibuprofeno y naproxeno no sirven para moderar este tipo de dolor, por lo que se debe recurrir a medicamentos más fuertes como opioides (ejemplos: codeína y morfina). Dependiendo del sitio y la etiología de la neuralgia, el médico formulará terapia física, bloqueos nerviosos, estimulación eléctrica e incluso acupuntura. Este tipo de dolor empeora con el estrés, la ansiedad y la depresión, razón por la cual la terapia psicológica también puede ser una opción. Cuando la causa de la neuralgia es conocida, como en el caso de una diabetes, se deben emprender acciones para mantener la glicemia dentro del rango normal. Cuando el dolor es secundario a cáncer, es probable que al curarse este también se cure la neuralgia.